Pluma de un ala

Tuesday, September 26, 2006

Sí, se nos ha negado la idiotez de lo perfecto...

La cebolla es otra historia.
No tiene entrañas la cebolla.
Es cebolla cebolla de verdad,
hasta el colmo de la cebollosidad.

Por fuera cebolluda,
cebollina hasta la médula,
podría escrutar su interior
la cebolla sin temor.

En nosotros extranjería y salvajismo
apenas cubiertos por la piel,
el infierno de la medicina interna,
anatomía violenta,
y en la cebolla, cebolla
y no sinuosos intestinos.
Reiteradamente desnuda
y hasta el fondo asíporelestilo.

Ser no contradictorio la cebolla,
logrado entre la cebolla.
En una simplemente otra,
la mayor una menor contiene
y la siguiente a la siguiente
y así la tercera y la cuarta.
Fuga centrípeta.
Eco concentrado en coro.

Lo de la cebolla, eso sí lo entiendo,
el vientre más bello del mundo:
se envuelve a sí mismo en aureolas
para su propia gloria.
En nosotros: grasas, nervios, venas,
secreciones y secretos.
Y se nos ha negado
la idiotez de lo perfecto.

Wislawa Szymborska (Autora Polaca... tristemente no es mi seudónimo)

La llamada nocturna

El teléfono sonó tres veces. María, acostada en la alfombra de su recámara, no se inmutó.
Se escuchó un par de veces más. No tenía ganas de hablar, pero decidió contestar si sonaba siete veces. Eso sí parecía una prueba de que de verdad el que llamaba necesitaba ser escuchado.

El teléfono volvió a sonar. Supuso que esta vez sería la última, como en la mayoría de los casos, no muy frecuentes, en los que alguien marcaba su número, y suspiró abrazando su almohada.

Sonó de nuevo. Se levantó tan rápido que tiró todo lo que estaba acomodado en la mesita, incluyendo el teléfono, que parecía hecho de un material escurridizo entre sus manos. Logró alcanzarlo torpemente, marcando un par de botones antes de dar con el indicado. La idea del silencio le parecía ahora insoportable. ¿Habrían colgado? No escuchó ninguna voz al otro lado. No quería decir la primera palabra. Esperó un poco el tono que le hubiera indicado que la conversación no iba realizarse nunca, pero no se escuchaba nada.

Finalmente decidió colgar, aunque no le parecía la mejor idea. Le sudaban las manos al ritmo de la duda que la atormentaba. ¿Quién podía llamar y esperar siete tonos a esas horas de la madrugada?

Antes de colgar alcanzó a escuchar un sonido. Volvió a pegarse el aparato en la oreja y escuchó una voz suplicante. Parecía un hombre joven y estaba muy asustado.

Lo único que salió de boca de María mientras intentaba comprender lo que le decían fue un sí bastante inseguro. Terminó por darse cuenta de que aquel era un idioma que nunca había escuchado. El hombre hablaba y hablaba, muy agitado, hasta contagiarla a ella, que intentaba explicarle su ignorancia del idioma de distintas maneras. Era tanta la ansiedad de ambos que hablaban al mismo tiempo, y finalmente, cuando sus voces estaban más apretadas entre sí, los dos se callaron.

Este mutuo acuerdo pareció calmarlos. Ella empezó a hablar suavemente después de un rato. Su tono era tranquilizador, e intentaba descubrir la identidad del interlocutor. Él habló en el mismo tono, suave como una caricia, pero en su idioma incomprensible. Después de varias de estas expresiones repetidas, María empezó a intercalar suspiros entre sus frases lentas, y él le habló en un tono que sonaba dulce y persuasivo. Intercambiaban frase por frase, como si se entendieran en el idioma de la simple intención que hay en los cambios de la voz. Poco a poco las frases se hicieron más cortas… Ahora las hacían juntos, cada quién aportando una palabra o una sílaba. A ella se le olvidó todo lo que la rodeaba, como si su entorno estuviera compuesto por la voz del extraño, que seguía hablándole. Su tono se volvió suplicante y el de él condescendiente. A todo lo que ella pedía, el le respondía con el sonido perfecto. Era una conexión impresionante de voces, parecida al pacto silencioso que hay entre los instrumentos de una orquesta mientras cantan acoplados. Siguieron hablando así, aunque cada vez con menos palabras y más suspiros. Ella alimentó sin darse cuenta a su imaginación de tal manera que no pudo resistirlo más, y dio un grito, entre emocionado y sorprendido, que se unió al de él en el mismo momento. Quedó inmóvil, acostada en el suelo.

El silencio que siguió, parecía abrazarla. Se sentía hechizada y tranquila. No le importaba lo ilógico o estúpido de su intercambio de ruidos y frases. Sólo giraban en su pensamiento las imágenes de algo que nunca había pasado en el mundo tangible. Ahora todo era demasiado hermoso como para preocuparse.

De pronto se escuchó la voz al otro lado del teléfono susurrando rápidamente algo que sonaba, para desilusión de María, como una despedida. Un murmullo lejano de varias voces enojadas empezó a escucharse. Antes de que ella pudiera decir algo, los susurros fueron interrumpidos por un grito de dolor y dos golpes.

Ya habían pasado varios minutos y el tono de fin de llamada le martilleaba el oído, pero no se resignaba a soltar el teléfono. Algo horrible podría haberle pasado a él. Se llenó de miedo y nerviosismo. Colgó el teléfono y estuvo esperando, por si volvía a llamar, con la vista fija y retorciéndose las manos. Pero nada volvió a romper el silencio solitario de su casa.

Pasó tanto tiempo que la situación se hizo borrosa e inverosímil. Incluso le pareció estúpida.

Era muy tarde para estar despierta. Se metió en la cama y soñó, con los ojos húmedos sin darse cuenta, con un extranjero al que mataban mientras hablaba por teléfono.

Al sueño se sumó el recuerdo, y más tarde, al despertar, María no pudo distinguirlos…

Sunday, September 10, 2006

...

Hay pocas cosas que duelen tanto como un deseo que no comparte la persona con la que se quiere compartirlo...

Thursday, September 07, 2006

Parece que nunca es suficiente...

Thursday, August 03, 2006

El cuento en un garabato

Monday, July 31, 2006

Princesa y Viento

La princesa esperaba ilusionada, inclinada, con los brazos y medio cuerpo desbordados del recipiente-balcón que la contenía. Podía escuchar a la ráfaga de viento de la que estaba perdidamente enamorada. Con una mirada fugaz decidió que era un día perfecto para volar y siguió esperando con todos los poros de la piel abiertos.

Algo en su pecho empezó a correr con el ritmo de las copas de los árboles más lejanos del jardín agitándose. Ya estaba ahí, podía olerlo…

Viento la envolvió, le revolvió el cabello, le levantó un poco la falda de su largísimo vestido y la besó en los labios. No se detuvo ahí, giró y siguió hacia arriba y sobre el cielo, pensando que a ella le había encantado la sorpresa. No notó la lágrima que le arrancó de la mejilla con su prisa.

Sunday, April 30, 2006

Actriz...

Las cámaras siempre le robaron el alma, por eso había querido ser actriz. No podía creer que se hubiera dejado seducir una vez más. Como siempre, sus verdaderos sentimientos quedaron expuestos. Era inútil seguir llorando, estaba muy cansada. Solo había una forma de borrar el recuerdo.

Caminó sobre sus pasos recorridos la noche anterior y pasó, entrando a una cabina de fotografías instantáneas, junto a su solución de papel. Era una tira de cuatro fotos. Una secuencia del llanto a la sonrisa.

La tira, como tantas otras veces en el futuro, entra a la máquina y desaparece en su interior. Ella espera sentada que se destomen las fotos sintiendo en los ojos el regreso de las lágrimas. Finalmente se levanta del asiento sonriendo y se va.

Lo que no sabe es que eso no cambia el hecho de que alguna vez hayan existido…

Tuesday, April 04, 2006

Nuñis...

Los nuñis son cosas difíciles de explicar. Están vivos, pero no hacen nada. Se pasan la existencia haciendo nada en su dimensión, en la que todos son iguales.

Un día algo salió mal en el universo, y nació un nuñi que pensaba, y que se llamó a sí mismo Vichis. Pasó mucho tiempo pensando. Pensó cosas que después no podría explicarme, porque los pensamientos de los que no conocen nada son inalcanzables para una persona normal. En caso es que finalmente se cansó de vivir en su mente y quiso irse de ahí, y descubrió la forma sin querer: solo tenía que hacer algo. Cualquier cosa. Abrió los ojos y en menos de un segundo apareció en un cuerpo humano.

Fue otro error del universo. Normalmente, cuando los nuñis mueren se convierten en personas. Nacen como bebés con la mente en blanco. Algo había salido muy mal con Vichis, que ahora sabía como eran las personas antes de nacer, porque él mismo podía recordarlo. Se impresionó de todo lo que podía hacer en su nueva forma: moverse, sentir, ver, escuchar, oler…

Poco a poco se dio cuenta de que era el único que recordaba como era todo en la otra dimensión, y se cuidó de no revelarle a nadie el secreto. A nadie, excepto a mí. Me habló de los nuñis, como él los había nombrado, a los que solo pudo ver un poco antes de nacer. Yo no le creía, pero me encantaba que tratara de describirlos. Decía que eran como brillantes, como de agua opaca… medio invisibles. Puras cosas sin sentido. Era mi mejor amigo. Me prometió que cuando se muriera iba a regresar para contarme como eran las cosas allá. Y se murió, estando ya muy viejo.

Ayer encontré un mensaje que decía: “Eres todo un nuñi, comparado con lo que yo soy ahora…”. Las letras flotaban en el aire brillando en una tinta gelatinosa, y la firma de Vichis, que estaba hasta abajo, cambiaba de colores…