Pluma de un ala

Thursday, March 30, 2006

El Antifin (1a parte)

Las últimas luces del día se abrían paso en la distancia, besando al mar antes de deshacerse en líneas obscuras, que poco a poco rellenaron el cielo. Era la noche escogida por el anticreador para descrear las cosas, ya que por fin los hombres habían olvidado a los dioses. Se iba a divertir en el proceso de cambiar el mundo, y despertó a los antidioses, que llevaban tanto tiempo en la inexistencia.

La primera fue una mujer que yacía sobre una ola, muy cerca de la playa. Su cuerpo desnudo permanecía ingrávido flotando como un pétalo en la superficie del agua, pero como separado de ella, sin mojarse. Sus largos cabellos, tan largos como sus piernas, iban y venían cantando la misma canción que las olas. Se incorporó sobre el mar sin salpicar una sola gota y con el rostro inexpresivo. A primera vista hubiera parecido muy hermosa, pero si se observaba bien el horizonte perfecto de su cuerpo y el océano de su mirada, parecía más bien ahogada en su belleza, y siendo así, perfecta, era espantosa. Era la antibelleza…
Después y de la nada surgió otra mujer, transparente, débil y con una extraña expresión en el rostro, mezcla de inteligentemente ingenua o tontamente maligna. Vestía una armadura propia de un hombre y un manto largo e inmaculado. En la mano derecha sostenía un escudo lleno de grietas y en la izquierda una estatuilla parecida a la de la victoria, pero sentada en actitud derrotista y con las alas rotas. Era la antijusticia y sabiduría…
Abrazados en la arena se despertaron hermana y hermano, ambos armados con arco y flechas rotas, y con sus delgados cuerpos envueltos en túnicas negras. Se levantaron examinándolo todo con ojos grises y apagados, mientras de dos heridas paralelas y verticales en la espalda, les brotaban un par de enormes y afiladas alas negras. Eran el antisol, llenando la atmósfera con los sonidos de una lira agonizante y la antiluna, que lo apoyaba en silencio…
Por debajo de las olas se escurría un hombre barbado. Llevaba tridente y su cuerpo estaba cubierto de escamas de plata. Apenas despertó en las profundidades, cuando el mar empezó a hervir en una tormenta de burbujas explotando. Con su risa murió poco a poco la vida marina, y el agua empezó a evaporarse, quedando tan salada como la del mar muerto y con un aspecto verdoso y podrido.
Mientras tanto, nadie se dio cuenta de lo que estaba pasando. El aire se sentía más pesado que nunca, y la noche mucho más impenetrable. Y eso que faltaban muchos por llegar a la vida. El mundo nunca había sido descreado y esperaba inconscientemente el resultado de éste proceso contrario a todos los antes vistos en la Historia. Toda la música del mundo estaba tensa y rasgada… ¿cómo serán los antihumanos? ¿Cómo serían las cosas sometidas a ser contrarias a lo que son sin transformarse en sus opuestos?

No parecía ni el final ni el principio…

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